lunes, 10 de octubre de 2011

282/365. Te compro una hora


Pensamos en aprovechar los momentos, en el "carpe diem", en gestionarnos mejor el tiempo y dedicarnos más a nosotros mismos y a los nuestros... 

Pero tenemos que dejar de estar pendientes del reloj, porque sino dejo de ser el "dueño de mi tiempo" para el que "el tiempo sea mi dueño".

En esta ocasión quiero poneros un cuento de Fermín de Mieza, sobre la importancia que tiene nuestro tiempo para las personas que nos aprecian / quieren. Se titula: Te compro una hora. Título bastante explícito ¿verdad?. Dice así:

El niño tenía once años. El niño era estudioso, normal y cariñoso con sus padres. Pero el niño le daba vueltas a algo en la cabeza. Su padre trabajaba mucho, lo ganaba bien y estaba todo el día en sus negocios. El hijo le admiraba porque "tenía un buen puesto".

Cierto día el niño esperó a su padre, sin dormirse, y cuando llegó a casa, le llamó desde la cama:

– Papá –le dijo- ¿cuánto ganas cada hora?.
– Hijo, no sé, bastante. Pon, si quieres, dos mil pesetas. ¿Por qué?
– Quería saberlo.
– Bueno, duerme.

Al día siguiente, el niño comenzó a pedir dinero a su mamá, a sus tíos, a sus abuelos. En una semana tenía mil quinientas pesetas. Y al regresar otro día, de noche, su padre, le volvió a llamar el niño:

– Papá, dame quinientas pesetas que me hacen falta para una cosa muy importante...
– ¿Muy importante, muy importante? Tómalas y duerme.
– No, papá, espera. Mira. Tengo dos mil pesetas. Tómalas. ¡Te compro una hora! Tengo ganas de estar contigo. De hablar contigo. A veces me siento muy solo. Y tengo envidia de otros chicos que hablan con su padre...

El padre le abrazó.

¿Qué habéis pensado / sentido / reflexionado al leer esta historia? ¿En qué sentido se puede aplicar en vuestra vida?

2 comentarios:

  1. ¿Qué he sentido? Pena, porque aunque es un cuento es muy real.

    Y la aplicación a mi vida, pues no sé. En el trabajo siempre llevo reloj, soy de las que sigue tomando el pulso "a mano", pero cuando llego a casa me lo quito y hasta otro día.

    Un beso.

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  2. Yo sentí lo mismo cuando lo leí por primera vez... y sobre todo porque como tú dices... es tan común que nos olvidemos de lo verdaderamente importante para dar paso únicamente a lo material...

    No valemos lo que tenemos, sino lo que somos y lo que podemos llegar a ser...

    Me alegro de que tú también te quites el reloj... jejeje una cosa más que tenemos en común ;)

    Un beso grande

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