jueves, 29 de septiembre de 2011

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¿Cuántos viejos hábitos hoy parecen sacados de una novela?

¿Cuántos minutos perdidos esperando a llamar por teléfono que hoy parecen sin sentido porque tenemos los móviles?

¿Cuán absurdo parece que hoy alguien no tenga móvil? ¿O llame de una cabina?

Qué fácil se nos olvidan las cosas... y qué rápido nos alejamos de esos recuerdos como si hubieran pasado siglos, ¿verdad?

3 comentarios:

  1. Cuantos minutos esperando, efectivamente. Cuantas veces he visto esa escena y he participado en ella, cuanta desesperación porque la cola no avanzaba, cuantas monedas introducidas, cuantas conversaciones de juventud... Y parece que fue en otra vida, queda ya tan lejos. Las nuevas generaciones jamás entenderán el esfuerzo que suponía aquello ;)

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  2. Desde luego Iñaki!! pero también recuerdo que al final depende de dónde hacías fila se generaban conversaciones paralelas porque había que entretenerse esperando el turno, verdad??

    Por no decir lo expuesto que estabas si encima te emocionabas hablando por teléfono... todo el mundo escuchaba lo que decías por mucho que bajaras la voz...

    Gracias Iñaki por comentar!! :)

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  3. Era el twitter de entonces, la forma en la que otros se enteraban de tu vida, la forma de hacer amistades temporales... o definitivas, si volvías a encontrar a esa persona una y otra vez en el mismo lugar día tras día.

    Colgar aquel teléfono no tenía nada que ver con las tarifas planas de nuestros smartphones de ahora. Porque ahora, si me apetece, vuelvo a llamar a los cinco minutos a esa persona con la que estaba hablando. Colgar aquel teléfono azul era apagar una luz que no sabías cuando podrías volver a encender. Y si encima era una época juvenil, de encuentros y desencuentros, de adolescencia... muchas veces colgar aquel teléfono era un duro ejercicio de cabeza y corazón...

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