Mi hijo tiene 5 años.
No suele pedir el móvil. Si vamos a comer fuera, prefiere pintar o jugar con sus Superthings o con lo que lleve en la mochila.
Tengo claro que está lejos de tener un móvil propio… ¿o no tan lejos?
Hace poco vi un programa de Évole sobre adicción al móvil. Hablaban del acceso a la pornografía, con una edad media de inicio: 8 años.
Oí la cifra y se me encogió el estómago.
Me di cuenta de que hay cosas que tenemos que empezar a trabajar mucho antes de lo que pensamos.
Así que eso de “queda lejos”… empieza a sonar ingenuo, ¿verdad?
¿Cuál es la edad adecuada para dar un móvil? No hay una única respuesta.
La mayoría de expertos coinciden en que entre los 12 y los 14 años, si hay madurez y acompañamiento, puede ser un buen momento.
Pero más que la edad, importa el cómo, el para qué, y con quién lo usan.
Una de las revisiones científicas más completas hasta la fecha —con más de 1.9 millones de jóvenes analizados— nos recuerda que:
- Las redes sociales se asocian con más riesgo de depresión, ansiedad y conductas de riesgo, especialmente en chicas adolescentes.
- El uso general de pantallas, sin supervisión ni propósito, se relaciona con peor aprendizaje, sueño y salud física.
- Pero cuando hay contenido educativo, acompañamiento adulto o intención clara, los efectos pueden ser positivos.
Porque, claro, todo esto está muy bien. Pero ¿qué pasa con nosotros?
¿Cómo vamos a pedirles que dejen el móvil para hablar… si nos ven escribiendo por WhatsApp antes de mirarlos a los ojos?
¿Cómo vamos a pedir autocontrol… si nosotros no lo practicamos?
Aquí me viene a la mente uno de mis cuentos favoritos:
Una madre llevó a su hijo a ver a Gandhi. Le pidió:
—Por favor, dile a mi hijo que deje de comer azúcar.
Gandhi la miró y le dijo:
—Vuelvan dentro de dos semanas.
Dos semanas después, volvieron. Gandhi miró al niño y le dijo:
—Deja de comer azúcar.
La madre, confundida, le preguntó:
—¿Por qué no se lo dijo hace dos semanas?
Gandhi respondió:
—Porque hace dos semanas yo también comía azúcar.
Nuestros hijos no necesitan padres perfectos.
Necesitan referentes coherentes.
Si queremos que hablen más y se aíslen menos, empecemos nosotros por dejar el móvil al llegar a casa.
Si queremos que no usen la tecnología como anestesia, mostrémosles que también sabemos aburrirnos, esperar, o simplemente estar presentes.
Y tú…
¿Te has planteado qué ejemplo das con tu propio uso del móvil?
¿Qué te gustaría que tu hijo o hija recordara de ti: tu mirada o tu pantalla?
Yo me lo planteo todos los días, y muchos días… me equivoco, pero procuro tenerlo presente y cuando estoy con él, dejar el móvil
¿Y tú? Me encantará leerte.
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