lunes, 22 de julio de 2013

Adaptarnos a los cambios... (NoMiedo)

Nomiedo, de Pilar Jericó, es un libro que hace tiempo que quería leerlo. He oído y leído comentarios de que estaba bien y todavía no había tenido ocasión. Hasta ahora.
no miedo
Me ha gustado. En mi colaboración del domingo pasado en el blog de @pilidorita lo elegí como el libro a proponer, y he pensado que sería interesante dedicarle un "poquico" más al tema del libro en cuestión.
Y es que estamos rodeados de miedos, más racionales, irracionales, en la vida profesional y en la personal...
Decía Edmund Burke:
"Ninguna pasión elimina tan eficazmente la capacidad de actuar y de razonar de la mente como lo hace el miedo".
A lo largo del libro, Pilar Jericó nos hace reflexionar sobre los tipos de miedo que existen y de cómo nos hacen reaccionar en según qué situaciones. Así como nos pone ejemplos a nivel organizacional de cómo se funciona con la gestión por miedo y que consecuencias genera.
Me parece muy significativa una de las historias que comparte en el libro de cómo se transmite el miedo:
Un equipo de científicos colocó a 5 monos en una jaula, y en su interior, una escalera y, sobre ella, un montón de plátanos. Cuando uno de los monos subía a la escalera para coger los plátanos, los científicos lanzaban un chorro de agua fría sobre el resto. Después de algún tiempo, cuando algún mono intentaba subir, los demás se lo impedían a palos. Al final, ninguno se atrevía a subir a pesar de la tentación de los plátanos.
Entonces, los científicos sustituyeron a uno de los monos.
Lo primero que hizo el nuevo fue subir por la escalera pero los demás le hicieron bajar rápidamente y le pegaron. Después de algunos golpes, el nuevo ya no volvió a intentarlo. Cambiaron mono tras mono, hasta que todos los veteranos fueron sustituidos y ninguno había experimentado el chorro de agua fría. Sin embargo, continuaban pegando al que intentara coger los plátanos.
Si fuera posible preguntarles... seguro que la respuesta sería: "No sé, las cosas siempre se han hecho así...".
La cuestión es que ante el miedo, si la biología fuera la única que dirigiera nuestro comportamiento, nuestras reacciones ante el miedo serían:
  • Huída: "Paso de líos"
  • Sumisión: "Para lo que Ud. mande"
  • Inmovilidad: "No sé"
  • Defensa agresiva: "Esto es un asco"
Teniendo en cuenta que en la mayoría de los casos tenemos miedos como:
  • al fracaso, a equivocarnos, a fallar,...
  • al rechazo, a las críticas, a ser diferente,...
  • al cambio (todo tipo de cambios)
  • a la no supervivencia (toda situación que amenace nuestro status quo)
  • a la pérdida de poder,...
Las claves serían en primer lugar tener una misión, un proyecto claro, saber definir el objetivo hacia donde vas, a dirigir tus esfuerzos y sobre todo verte reflejado para poder pedir / tener definidas tus acciones, tus responsabilidades y cometidos, para saber por donde empezar,...
Importante superar la zona de confort.
El cambio es incertidumbre, pero también es aprendizaje; hay que transformar el paradigma de salir de la zona de confort como pánico y quizás mentalizarnos que es posible que perdamos algo por el camino, que algo salga mal, aunque lo más importante es lo que aprenderemos ("para aprender, perder...")
Y sobre todo debemos comunicarnos con nuestro entorno, hablar, darle nombre a nuestros miedos y hacerles frente.
Si nuestros miedos implican a otras personas.. debemos hablarlos, y sino, .. a veces el hablar con otros nos ayuda a superarlo.
La clave: pensamiento y lenguajes positivos.
¿Nos animamos a listar a qué tenemos miedo y a plantearnos qué pasaría si nos atrevemos a superarlos? ¿Cómo? a veces lo que más funciona es plantearnos el "¿Y si ocurriera?"... "¿Qué haría entonces?"
[youtube=http://www.youtube.com/watch?v=n37Ej6OUrIo]

martes, 9 de julio de 2013

¿Cuánto te influye lo que piensen los demás?

Camera 360Esta sencilla pregunta que en alguna ocasión nos la hemos podido decir unos a otros es la que nos sirve como punto de partida para la propuesta de nuestra invitada especial @pilidorita. Siempre bien recibida en esta casa y que ha seguido nuestros pasos muy de cerca. Enfermera, con vocación de servicio, atenta, cariñosa y valiente. Hoy se acerca para colaborar en la relativa reciente sección #a4manos y esperemos que repita. Para los que no conozcais su blog es sencillo, muy humano y muy diverso, a través de “pilidoritas” nos ofrece no sólo recetas de actualidad en el ámbito de la enfermería, sino que además los Domingos disfrutamos con su especial : Libro, Película y Canción ¿te lo vas a perder?

Desde mi punto de vista creo que nos propone dos cosas muy sencillas, por un lado lo fácil que es criticar y dar “humildemente” nuestra opinión y por otro lado lo fácil que es también caer en las “garras” de los comentarios ajenos y terminar haciendo lo que nos proponen otros por encima de nuestro propio criterio.

La clave en el primero de los apartados es pedir permiso. Dar nuestra opinión no es malo, e incluso a veces sirve de ayuda. Lo verdaderamente importante es pedir permiso antes de soltar sin consulta previa cuál es nuesta opinión y sobre todo valorandola por encima de cualquier otra propuesta. Además, si pido permiso para dar mi opinión, he de estar preparado/a para que me digan que no quieren escucharla, o bien que aunque la hayan escuchada no me hagan caso. ¿Estamos preparados?

La segunda clave, es, cómo decían nuestras abuelas “hacer oídos sordos”, es decir, ser capaces de escuchar a los demás (a veces nos dan información que de otra manera no seríamos conscientes) y al mismo tiempo seguir escuchando nuestros principios que nos propone, nuestros valores,… aquello que es importante para nosotros/as. Si estamos convencidos… ¿porqué no perseverar en lo que creemos?

El cuento que nos propone Pilar se titula: EL ANCIANO, EL NIÑO Y EL BURRO.  Y dice así:
Había una vez un anciano y un niño que viajaban con un burro de pueblo en pueblo.  Llegaron a una aldea caminando junto al animal y, al pasar por ella, un grupo de jóvenes empezó a burlarse de ellos, gritando:
  –¡Mirad que par de tontos! Tienen un burro y, en lugar de montarlo, van los dos andando a su lado. Por lo menos el viejo podría subirse al burro.
 Entonces el anciano se subió al burro y prosiguieron la marcha. Llegaron a otro pueblo y al cruzarlo, algunas personas se llenaron de indignación cuando vieron al viejo sobre el burro y al niño caminando al lado, y empezaron a decir:
  –¡Parece mentira! ¡Qué desfachatez! El viejo sentado en el burro y el pobre niño caminando.
 Al salir del pueblo, el anciano se bajó del burro y siguió el camino a pie, mientras que el niño lo hizo subido en el burro. Así llegaron a otra aldea. Cuando las gentes de la aldea les vieron, exclamaron escandalizados:
  –¡Esto es verdaderamente intolerable! ¿Habéis visto algo semejante? El muchacho joven y sano montado en el burro mientras que el pobre anciano va caminando a su lado. ¡Qué vergüenza!
  Como ya no sabían qué hacer, el viejo y el niño compartieron el burro. El fiel animal llevaba ahora el cuerpo de ambos sobre sus lomos. Pasaron junto a un grupo de campesinos  que al verlos empezaron a vociferar:
  –¡Sinvergüenzas! ¿Es que no tenéis corazón? ¡Vais a reventar al pobre animal!
 Apenados, el anciano y el niño se apearon del burro y optaron por cargarlo sobre sus hombros. De este modo llegaron al siguiente pueblo. Allí la gente se apiñó alrededor de ellos y entre las carcajadas, los pueblerinos se mofaban gritando:
  –Nunca hemos visto gente tan boba. Tienen un burro y, en lugar de montarse sobre él, lo llevan a cuestas! Esto sí que es bueno! ¡Qué par de tontos!
 Asustado por tanto ruido, el pobre burro se revolvió y echó a correr despavorido, precipitándose en un barranco y muriendo. El niño y el anciano se miraron muy tristes por la pérdida de su fiel compañero de viaje…
De esta sencilla historia extraigo dos conclusiones: no hagas las cosas por complacer a los demás y no critiques a otros a las primeras de cambio.
Sé tú mismo y actúa como creas que tienes que hacerlo. Hacer cosas que no quieres o en las que no crees sólo por contentar a otros no te garantiza ni la felicidad ni su amistad. Es imposible estar de acuerdo con todo el mundo y, al final, hagas lo que hagas, más tarde o más temprano, siempre habrá alguien que te acabará criticando.
No es justo juzgar a alguien sin conocer sus circunstancias. Eso que hoy tanto criticas a otro puedes acabar haciéndolo tú mañana.



Muchas gracias Pilar!!! Vuelve cuando quieras!!

martes, 2 de julio de 2013

Tropezar no es malo...



Nueva propuesta de nuestra coaching de cabecera, la última antes de las vacaciones, porque sí, nos vamos de vacaciones, es justo y necesario… pero eso ya os lo iré contando estos días que hoy tenemos invitada y no hay que ser descortés.

Dicen que el hombre (barra) mujer es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, y tres si son pequeñas, pero de ahí a cogerle cariño a ésta pues no sé yo si es para tanto.

Tropezar no es malo, si del tropezón sacamos una buena enseñanza, o como leía estos días por ahí (redes sociales varias, perdón si no cito la fuente):
“Unas veces se gana y otras se aprende”

Y digo yo, ¿no será que hay gente que, cariños a parte, necesita tener una piedra con la que tropezarse? O peor aún, ¿no será que hay gente que necesita tener siempre una piedra a mano con la que justificar sus tropiezos sin tener que asumir sus errores y aprender de los mismos?

Y yo me lo pregunto… y nuestra querida Rut Roncal seguro que tiene alguna respuesta.

¿Respuestas Iñaki? Muchas…o unas pocas... según se mire :)

Yo creo que todos necesitamos piedras de vez en cuando. Sobre todo cuando estás aprendiendo. Es difícil que te des cuenta de todo lo bien que puedes hacer algo si antes no te has equivocado un par de veces. Lo fácil a la primera hace que dejemos de prestar atención a los detalles, por lo que la próxima vez que lo intentemos es posible que no nos salga tan bien como nos salió la primera vez… necesitamos equivocarnos.

Lo cual no significa que necesitemos de ir acompañados de la piedra a todas partes…  Además de que por otro lado si yo comienzo un proyecto / un tema pensando en que me voy a caer, no me estoy dando cuenta de que estoy generando el entorno más adecuado para que eso ocurra. Este concepto se llama “profecía autocumplida y realmente condiciona nuestros resultados en función de lo que esté pensando (cuando los demás depositan expectativas en nosotros/as también están condicionando un resultado, a esto se le conoce como efecto Pygmalion).

Es la base del pensamiento positivo. Si tú quieres, puedes. No tienes más que ser consciente de los mensajes que de forma automática te están dictando a ti mismo/a para que te des cuenta de en qué medida estás condicionando tu resultado. Pongamos un ejemplo: si yo salgo por la calle con unos patines, estoy aprendiendo y por tanto no los domino del todo y no hago más que decirme a mí mismo/a “me voy a caer”, “ya verás, como me caigo”, “seguro que pillo una piedra y me tropiezo y me doy de bruces”… estoy concentrando toda mi atención en la caída, por lo que seguramente me vaya a caer de un momento a otro.
¿Quiere decir que si me concentro en no caerme, no lo haré? Quizás no, pero ten por seguro que tendrás menos probabilidades de hacerlo.

Si esto lo aplicamos al mundo laboral también pasa. Cuántas veces nos habrá pasado que centrados en esa nueva actividad, o debido a ese determinado cliente, o quizás porque no hemos dormido bien… me centro en todo lo mal que puedo resolver el día… sin querer queriendo estoy comprando muchos números en encontrarme con que mi mayor temor se convierte en realidad.

La cuestión es que como no empecemos a ser conscientes, estos temores pueden convertirse en “etiquetas” y lo peor es que daremos por hecho que “somos así” y la intención de cambio quedará difuminada porque asumiremos que no hay manera de cambiarlo.

¿Y ahora bien? ¿Con qué mensajes os queréis quedar? ¿Queréis quedaros con la piedra o sólo el tiempo justo para aprender? Ya lo dice un proverbio ruso: “Caerse está permitido, levantarse es obligatorio” o como dice Paulo Coelho "Solo triunfa en el mundo quien se levanta y busca a las circunstancias, creándolas si no las encuentra".
Para terminar me encantaría compartir con vosotros/as 2 vídeos. El primero de ellos es una niña de 3 añosque nos enseña a su manera Qué es Pensar en positivo… ¿nos atrevemos a imitarla?


El segundo, es un vídeo de 7:30 min que nos invita a revisar nuestros paradigmas y a identificar que las piedras nuevas o el superar las que hemos asumido como propias, suponen salir de nuestra zona de confort.


¿Recordáis la película “Atrapado en el tiempo”? ¿Queréis estar atrapados por vuestras respectivas piedras?



Autores:
Iñaki González (@goroji)                                                                                   Rut Roncal (@rutroncal)
Técnico Gestión RRHH de FHC                                                                                     Gerente en Cegos
Autor del blog: SobreviviRRHHé!                               Autora del blog: La verdad absoluta no existe