Esta sencilla pregunta que en alguna
ocasión nos la hemos podido decir unos a otros es la que nos sirve como
punto de partida para la propuesta de nuestra invitada especial @pilidorita.
Siempre bien recibida en esta casa y que ha seguido nuestros pasos muy
de cerca. Enfermera, con vocación de servicio, atenta, cariñosa y
valiente. Hoy se acerca para colaborar en la relativa reciente sección
#a4manos y esperemos que repita. Para los que no conozcais su blog es
sencillo, muy humano y muy diverso, a través de “pilidoritas” nos ofrece no sólo recetas de actualidad en el ámbito de la enfermería, sino que además los Domingos disfrutamos con su especial : Libro, Película y Canción ¿te lo vas a perder?
Desde mi punto de vista creo que nos
propone dos cosas muy sencillas, por un lado lo fácil que es criticar y
dar “humildemente” nuestra opinión y por otro lado lo fácil que es
también caer en las “garras” de los comentarios ajenos y terminar
haciendo lo que nos proponen otros por encima de nuestro propio
criterio.
La clave en el primero de los apartados
es pedir permiso. Dar nuestra opinión no es malo, e incluso a veces
sirve de ayuda. Lo verdaderamente importante es pedir permiso antes de
soltar sin consulta previa cuál es nuesta opinión y sobre todo
valorandola por encima de cualquier otra propuesta. Además, si pido
permiso para dar mi opinión, he de estar preparado/a para que me digan
que no quieren escucharla, o bien que aunque la hayan escuchada no me
hagan caso. ¿Estamos preparados?
La segunda clave, es, cómo decían
nuestras abuelas “hacer oídos sordos”, es decir, ser capaces de escuchar
a los demás (a veces nos dan información que de otra manera no seríamos
conscientes) y al mismo tiempo seguir escuchando nuestros principios
que nos propone, nuestros valores,… aquello que es importante para
nosotros/as. Si estamos convencidos… ¿porqué no perseverar en lo que
creemos?
El cuento que nos propone Pilar se titula: EL ANCIANO, EL NIÑO Y EL BURRO. Y dice así:
Había una vez un anciano y un niño que
viajaban con un burro de pueblo en pueblo. Llegaron a una aldea
caminando junto al animal y, al pasar por ella, un grupo de jóvenes
empezó a burlarse de ellos, gritando:
–¡Mirad que par de tontos! Tienen un
burro y, en lugar de montarlo, van los dos andando a su lado. Por lo
menos el viejo podría subirse al burro.
Entonces el anciano se subió al burro
y prosiguieron la marcha. Llegaron a otro pueblo y al cruzarlo, algunas
personas se llenaron de indignación cuando vieron al viejo sobre el
burro y al niño caminando al lado, y empezaron a decir:
–¡Parece mentira! ¡Qué desfachatez! El viejo sentado en el burro y el pobre niño caminando.
Al salir del pueblo, el anciano se
bajó del burro y siguió el camino a pie, mientras que el niño lo hizo
subido en el burro. Así llegaron a otra aldea. Cuando las gentes de la
aldea les vieron, exclamaron escandalizados:
–¡Esto es verdaderamente
intolerable! ¿Habéis visto algo semejante? El muchacho joven y sano
montado en el burro mientras que el pobre anciano va caminando a su
lado. ¡Qué vergüenza!
Como ya no sabían qué hacer, el
viejo y el niño compartieron el burro. El fiel animal llevaba ahora el
cuerpo de ambos sobre sus lomos. Pasaron junto a un grupo de campesinos
que al verlos empezaron a vociferar:
–¡Sinvergüenzas! ¿Es que no tenéis corazón? ¡Vais a reventar al pobre animal!
Apenados, el anciano y el niño se
apearon del burro y optaron por cargarlo sobre sus hombros. De este modo
llegaron al siguiente pueblo. Allí la gente se apiñó alrededor de ellos
y entre las carcajadas, los pueblerinos se mofaban gritando:
–Nunca hemos visto gente tan boba.
Tienen un burro y, en lugar de montarse sobre él, lo llevan a cuestas!
Esto sí que es bueno! ¡Qué par de tontos!
Asustado por tanto ruido, el pobre
burro se revolvió y echó a correr despavorido, precipitándose en un
barranco y muriendo. El niño y el anciano se miraron muy tristes por la
pérdida de su fiel compañero de viaje…
De esta sencilla historia extraigo dos conclusiones: no hagas las cosas por complacer a los demás y no critiques a otros a las primeras de cambio.
Sé tú mismo y actúa como creas que tienes
que hacerlo. Hacer cosas que no quieres o en las que no crees sólo por
contentar a otros no te garantiza ni la felicidad ni su amistad. Es
imposible estar de acuerdo con todo el mundo y, al final, hagas lo que
hagas, más tarde o más temprano, siempre habrá alguien que te acabará
criticando.
No es justo juzgar a alguien sin conocer
sus circunstancias. Eso que hoy tanto criticas a otro puedes acabar
haciéndolo tú mañana.
Muchas gracias Pilar!!! Vuelve cuando quieras!!
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