lunes, 24 de febrero de 2025

La salud mental es más que química y más que contexto


La reciente entrevista de Marian Rojas Estapé en El Hormiguero ha reabierto un debate sobre la salud mental. Su enfoque ha sido elogiado por acercar la psicología al público general, pero también ha sido criticado por algunos especialistas, quienes lo consideran demasiado reduccionista, al centrarse casi exclusivamente en la biología y en la regulación del cortisol, dejando de lado el contexto social, emocional y económico.

🔹¿Hasta qué punto la salud mental se puede reducir a neurotransmisores y hormonas?
🔹¿Y hasta qué punto podemos atribuirlo todo solo al contexto y la sociedad?
🔹¿Es realmente necesario elegir un bando?

Cuando surgen debates como este, tenemos dos opciones:

  • Enfrascarnos en la crítica destructiva, desmontando argumentos sin aportar nada nuevo.
  • Adoptar una mirada pragmática, preguntándonos ¿qué podemos rescatar de cada enfoque?

Esto me recuerda un antiguo cuento sufí. El cuento de los ciegos y el elefante

Cuenta la historia que un grupo de hombres ciegos se encontró con un elefante por primera vez. Al no poder verlo, cada uno tocó una parte diferente del animal.

🐘 Uno tocó la trompa y dijo: “Es como una serpiente”.
🐘 Otro tocó la oreja y afirmó: “Es como un abanico”.
🐘 Otro más, al tocar la pata, concluyó: “Es como un árbol”.
🐘 Finalmente, quien tocó el costado del elefante dijo: “Es como una gran pared”.

Cada uno defendía su versión con total certeza, sin darse cuenta de que solo estaban percibiendo una parte del todo.

🔹 ¿Cuántas veces en salud mental hemos caído en este mismo error?

No se trata de elegir quién tiene razón, sino qué funciona. Si algo nos enseña la terapia y el coaching es que lo importante no es quién tiene la razón, sino qué ayuda a la persona que tenemos delante.

Cada enfoque aporta algo valioso:   
 Las neurociencias nos muestran cómo la biología y el funcionamiento del cerebro influyen en nuestras emociones, pensamientos y comportamientos.
 Las teorías psicológicas nos ayudan a comprender cómo procesamos las emociones, cómo se forman nuestros pensamientos y qué estrategias podemos usar para gestionar el bienestar mental.           
 El contexto social nos revela cómo nuestras relaciones, experiencias de vida y el entorno afectan nuestra salud mental y emocional.

Nadie puede negar que el estrés y el cortisol influyen en la salud mental. Pero tampoco podemos ignorar que hay personas en entornos precarios donde la regulación emocional no es suficiente.

🔹 ¿Por qué elegir un solo enfoque cuando podemos integrar lo mejor de cada uno?

Siempre se ha dicho que tener una buena red de apoyo es uno de los mejores profilácticos contra el estrés. En esencia, esto es lo mismo que el concepto de persona vitamina que propone Marian Rojas Estapé: aquellas personas que nos suman, nos motivan y nos inspiran.

🔹 Las personas vitamina generan un impacto positivo en nuestra neuroquímica.
🔹 Nos ayudan a ver posibilidades cuando sentimos que no las hay.
🔹 Nos inspiran, nos sostienen emocionalmente y potencian nuestra resiliencia.

Pero aquí está el matiz clave:     
👉 No basta con tener una persona vitamina si el contexto es tóxico.
👉 Pero un contexto difícil puede ser más llevadero si tenemos personas vitamina a nuestro lado.

Es aquí donde podemos integrar la idea de persona de transición, como lo llamó Stephen Covey en Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva. Una persona de transición es aquella que:

🔹Rompe con la negatividad y el desgaste emocional del entorno.
🔹No repite patrones de relaciones tóxicas, sino que aporta apoyo y energía.
🔹Transforma la cultura emocional a su alrededor, ya sea en la familia, el trabajo o la vida social.

Pero, como bien explica Covey, para poder generar un cambio en los demás, primero debemos trabajarnos a nosotros mismos. Y aquí volvemos a la metáfora de la mascarilla de oxígeno del avión.

Si alguna vez has viajado en avión, recordarás la instrucción clave en caso de emergencia:

✈️ “Primero colócate tu mascarilla de oxígeno antes de ayudar a otros/as”.

¿Por qué? Porque si no puedes respirar, difícilmente podrás ayudar a los demás. Si te desmayas, nadie se beneficiará de tu intención de ayudar.

Con el bienestar ocurre lo mismo. No podemos ser vitamina para otros si estamos agotados, desbordados o descuidamos nuestras propias necesidades. Queremos apoyar a quienes nos rodean, pero si no cuidamos nuestro propio equilibrio, nos quedaremos sin energía para hacerlo.

¿Cómo convertirnos también en personas vitamina para los demás? Ser una persona vitamina no significa ser perfecto/a ni tener siempre la respuesta correcta. Es más bien generar un impacto positivo en quienes nos rodean, aportando apoyo, calma e inspiración. Pero para lograrlo, primero debemos cuidar nuestro propio equilibrio.

 Escucha de verdad: No para responder, sino para comprender. Pregunta más, habla menos.         
 Sé un reflejo de calma: No necesitas resolver problemas, pero sí transmitir confianza.          
 Inspira sin forzar: Motiva con tu ejemplo, sin imponer ni minimizar las dificultades.
 Crea espacios seguros: Fomenta la confianza y evita el juicio.
 Cuida tu energía: No puedes dar bienestar a otros si no lo cultivas en ti mismo/a.

¿Cómo saber si estamos en equilibrio para ser una persona vitamina? Os propongo hacer un ejercicio, la Rueda del Bienestar. Antes de ayudar a otros, revisemos cómo estamos nosotros/as. ¿Estamos cuidando todas las áreas de nuestra vida o hay alguna que hemos descuidado?

Rueda del Bienestar: ¿Cómo saber si estoy en equilibrio?

🛞 Paso 1: Dibuja un círculo y divídelo en 5 secciones:

  1. Biológico 🧠 → Sueño, alimentación, ejercicio, salud física.
  2. Psicológico 💭 → Pensamientos, emociones, autoestima, gestión del estrés.
  3. Social 🌍 → Relaciones, apoyo, entorno laboral, contexto económico.
  4. Propósito y sentido 🔥 → Motivación, metas, alineación con valores.
  5. Tiempo de descanso y disfrute 🎭 → Ocio, creatividad, hobbies, desconexión.

🛞 Paso 2: Evalúa cada área del 1 al 10        
🔹 ¿Dónde siento más equilibrio y en qué área me falta estabilidad?
🔹 ¿Estoy dedicando suficiente tiempo a cada aspecto o hay un área descuidada?
🔹 Si pudiera hacer un pequeño cambio hoy, ¿cuál sería y cómo lo haría?

Más allá del debate sobre si la perspectiva de Rojas Estapé es válida o no, la verdadera pregunta es:

🔹 ¿Estamos integrando diferentes perspectivas o nos quedamos con la que encaja con nuestra visión?        
🔹¿Cómo podemos aprovechar cada enfoque para mejorar nuestro bienestar y el de quienes acompañamos en terapia o coaching?            
🔹Si hoy tuvieras que hacer un ajuste en tu Rueda del Bienestar, ¿por dónde empezarías?

Te leo en los comentarios:

  • ¿Cómo ha influido tu red de apoyo en tu bienestar emocional?
  • ¿Tienes personas vitamina en tu vida? ¿Y eres una persona vitamina para otros/as?
  • Si hoy pudieras mejorar una parte de tu contexto, ¿cuál elegirías?

¡Hablamos! 😊

lunes, 17 de febrero de 2025

Liderazgo que cuida, equilibra tu salud mental



“One apple a day keeps the doctor away”… Seguro has escuchado la famosa frase “Una manzana al día mantiene al médico en la lejanía”, pero… ¿qué pasa si lo que realmente determina nuestra salud no es sólo lo que comemos, sino el ambiente en el que vivimos y trabajamos?

Llevo tiempo reflexionando sobre esto. Cuando dejé mi anterior trabajo después de más de 22 años, pasé por un torbellino de emociones. No fue una decisión fácil, y aunque hubo muchos factores en juego, lo cierto es que las dinámicas laborales pesan más de lo que creemos. Y lo peor es que muchas veces no nos damos cuenta hasta que nuestro cuerpo empieza a hablar por nosotros/as.

Nos preocupamos por lo que comemos, por hacer ejercicio, por dormir bien… pero ¿cuántas veces nos sentimos agotados/as sin razón aparente? ¿Cuántas veces nos cuesta dormir, estamos irritables o simplemente sentimos que algo no va bien… y lo normalizamos?

Según la doctora Aditi Nerurkar, experta en estrés de Harvard, muchos de los síntomas que experimentamos a diario —insomnio, irritabilidad, fatiga crónica, ansiedad, problemas digestivos— son señales de que el estrés nos está afectando más de lo que creemos. El problema es que, al ser constantes, dejamos de prestarles atención.

Y lo más preocupante: no siempre es el trabajo en sí lo que nos enferma, sino el entorno en el que lo vivimos.

¿Sabías que tu jefe/a impacta más en tu salud mental que tu terapeuta?, No lo digo yo, lo dice la encuesta de Gallup: el 70% de las personas deja su trabajo por su jefe/a, no por la empresa. Parece un dato fuerte, pero si lo piensas, tiene sentido. ¿CuántaHas veces has escuchado (o dicho) frases como:  
🔹 “El ambiente aquí es insoportable, pero no tengo otra opción”           
🔹 “Mi jefe/a no me escucha, no me valora, pero al menos el trabajo es estable”
🔹 “Siempre se ha hecho así, mejor no decir nada”

Y aquí viene la cuestión clave: Pero aquí hay algo clave: la no elección también es una elección.

Es verdad que, en muchas ocasiones, las circunstancias económicas nos obligan a mantenernos en trabajos que no nos hacen felices. Pero no hacer nada también es una decisión. Aceptar un entorno tóxico sin cuestionarlo es seguir reforzando ese sistema.

Y si no somos nosotros/as quienes tomamos la decisión de hacer un cambio, el cuerpo lo hará por nosotros/as. No es casualidad que el estrés crónico esté relacionado con problemas como insomnio, ansiedad, presión arterial alta y enfermedades cardiovasculares.

Escribir este post me recordó un experimento muy revelador, Los monos y la jaula. Un grupo de científicos estudió el comportamiento social de los monos y decidieron colocar un racimo de plátanos en la jaula. Cada vez que un mono intentaba alcanzarlos, los científicos rociaban a todo el grupo con agua helada. Pronto, los monos aprendieron a asociar la acción con la consecuencia y dejaron de intentarlo.

Pero lo interesante vino después. Poco a poco fueron sustituyendo a los monos originales por otros nuevos. Cada vez que uno de los recién llegados intentaba subir por los plátanos, los otros monos lo golpeaban para evitar que lo hiciera, aunque ya no hubiera agua helada. Al final, llegó un punto en el que ninguno de los monos que quedaban en la jaula había experimentado la descarga de agua, pero seguían evitando que los nuevos intentaran subir, simplemente porque así era como siempre se había hecho. Si queréis ver una representación del experimento, la podéis ver aquí

¿Te suena? Es exactamente lo que sucede en muchas empresas. Normalizamos ciertas dinámicas de presión, malas prácticas de liderazgo o ambientes hostiles porque “así son las cosas aquí” o porque “mejor no meterse en problemas”. Pero esto no solo nos desgasta, nos enferma.

Cómo romper el ciclo: técnicas para gestionar el estrés laboral

Harvard ha estudiado el impacto del estrés en el ámbito laboral y propone algunas estrategias para gestionarlo mejor. Aquí te dejo algunas técnicas que pueden marcar la diferencia:

 Reconocer que el estrés laboral no es normal    
Dejar de romantizar la idea de que estar al límite es sinónimo de productividad.

 Fomentar espacios de conexión y apoyo
Al igual que compartir historias nos ayuda a conectar, en el trabajo necesitamos líderes que generen espacios seguros para hablar y mejorar.

 Cuestionar el status quo   
Si algo no está funcionando, ¿por qué seguir aceptándolo? Grandes cambios han empezado con alguien preguntando
 “¿Y si lo hacemos diferente?”.

 Establecer límites claros   
No responder mensajes fuera del horario laboral, aprender a delegar y priorizar el descanso no es signo de “debilidad”, es salud mental.

 Investiga la cultura de la empresa antes de aceptar un trabajo          
Si estás buscando empleo o considerando un cambio, no solo pienses en el sueldo o el puesto, sino en el ambiente en el que vas a estar cada día.
 Revisa plataformas como Glassdoor, donde empleados actuales y antiguos comparten opiniones sobre el ambiente laboral, el liderazgo y las condiciones reales del trabajo. Una entrevista puede mostrarte una cara de la empresa, pero leer experiencias de otros puede ayudarte a evitar caer en entornos tóxicos.

 Técnica de la pausa consciente (Mindful Breaks)          
Cada 90 minutos, tómate 2-3 minutos de pausa consciente. Cierra los ojos, respira profundamente y céntrate solo en la sensación del aire entrando y saliendo. Esto ayuda a reducir la respuesta al estrés y mejora la concentración.

 La regla del 3x3     
Si sientes que el estrés te está desbordando, para y haz 3 respiraciones profundas. Luego, nombra 3 cosas que puedes ver, escuchar y sentir en ese momento. Este ejercicio te devuelve al presente y reduce la ansiedad.

 Revisión de creencias laborales   
Pregúntate: ¿Estoy trabajando bajo presión real o por expectativas autoimpuestas? A veces, el estrés viene de creencias como "tengo que hacerlo todo perfecto" o "si no contesto de inmediato, pensarán que no soy eficiente". Reformular estos pensamientos ayuda a reducir la carga mental.

 Microconexiones en el trabajo     
Investigaciones han demostrado que pequeñas interacciones sociales mejoran el bienestar en el trabajo. Intenta generar al menos una conversación genuina al día con un compañero/a, aunque sea breve. No tiene que ser sobre trabajo (de hecho, preferiblemente que no lo sea), sino sobre cómo están o qué tal su día.

 El ejercicio de la descarga de estrés        
Si sientes que el día ha sido especialmente difícil, antes de dormir escribe en un papel:

  • Qué te estresó hoy
  • Cómo reaccionaste
  • Qué podrías hacer diferente la próxima vez          
    Esto te ayuda a liberar la tensión mental y evitar llevar el estrés al día siguiente.

¿Y si el problema es el liderazgo? Un jefe/a que inspira, escucha y respeta puede cambiar por completo la experiencia de un equipo. Pero cuando eso no sucede, la cultura del miedo, la desmotivación y el estrés se instalan y afectan a todos.

En este punto, me pregunto: ¿Cuántos de los problemas de salud mental en el trabajo vienen de la carga laboral y cuántos del liderazgo?

Si un mal jefe/a puede ser un detonante de estrés, ansiedad e incluso abandono del trabajo, un buen líder puede equilibrar la salud mental de su equipo. Porque, al final, un líder que cuida no solo retiene o fideliza el talento, sino que transforma vidas.

Y ahora dime tú…

🔹 ¿Cómo gestionas el estrés en el trabajo?            
🔹 ¿Alguna vez has trabajado en un ambiente que te hacía sentir atrapado/a, como los monos del experimento?   
🔹Si tuvieras que tomar una decisión hoy para mejorar tu bienestar laboral, ¿cuál sería tu primer paso?

Me encantará leerte en los comentarios. ¡Cuéntame! 😊

martes, 11 de febrero de 2025

¿Eres más de Series o de libros? lo que realmente nutre tu cerebro (y tu corazón) es…



A veces me debato entre qué me hace desconectar más. Me encantan los libros, tengo una pila de pendientes que parece no disminuir nunca (supongo que nos pasa a todos/as). El thriller y el suspense son mis favoritos, aunque también disfruto de la psicología. Ahora mismo tengo a medias La conspiración de Dan Brown, pero entre las prácticas y la vida, se me han colado unas cuantas lecturas más.

Por otro lado, las series son mi vía rápida de escape. No veo una sola, veo varias a la vez y de estilos distintos, según mi estado de ánimo. Ahora mismo estoy con La chica de nieveParadiseUn lugar para soñar y Pesadillas. Y sé que tengo más marcadas.

Entonces, ¿qué es mejor para el cerebro?

¿Qué beneficios tienes al leer? Leer es como hacer ejercicio mental. Activa la imaginación, fortalece la memoria y mejora la concentración. Hay estudios que demuestran que la lectura puede incluso retrasar el deterioro cognitivo. Además, sumergirse en las historias de los personajes nos hace más empáticos, nos permite entender emociones ajenas y ver el mundo desde otras perspectivas. Personalmente cuando abro un libro, mi mente empieza a dibujar imágenes, a darles forma a los personajes y a sentir sus emociones.

¿Te pasa que, cuando lees, sientes que te transportas a otro mundo? Es increíble cómo unas páginas pueden absorberte por completo, hacerte olvidar el tiempo y sumergirte en historias que quizás nunca vivirás, pero que de alguna manera dejan huella en ti.

Dicen que leer reduce el estrés y ayuda a relajarse. Pero seamos sinceros, cuando estoy metida en un thriller, mi nivel de tensión está por las nubes. Aun así, me encanta.

¿Y qué pasa con las series? Las series tienen un poder distinto. Al ser visuales, activan otras áreas del cerebro, especialmente las relacionadas con la emoción y la conexión social. Cuando una historia está bien contada, te hace sentir parte de ella, como si estuvieras dentro. Las historias ya están ahí, con caras, voces y paisajes que nos envuelven. Personalmente a veces necesito eso, que me lo den todo hecho, que me dejen simplemente disfrutar y dejarme llevar.

Además, pueden ser un bálsamo para la mente. ¿Alguna vez has sentido que, después de un día agotador, solo puedes desconectar viendo una serie? A veces no quiero analizar frases ni imaginar escenarios, solo quiero dejarme llevar por la historia en la pantalla. Y eso también tiene su valor.

Pero si hay algo que potencia ambos mundos es compartirlo con otros. Un libro se disfruta más cuando puedes comentarlo con alguien que lo ha leído. Y una serie gana otra dimensión cuando la ves acompañado o la discutes después.

Y esto no es solo una sensación, hay estudios que lo respaldan. En un experimento, los participantes se dividieron en tres grupos: uno que participaba en debates internos, otro que resolvía puzzles de manera aislada y otro que veía la televisión. Al evaluar su desempeño cognitivo, aquellos que habían pasado el tiempo socializando obtuvieron las mejores puntuaciones.

¿Cuándo fue la última vez que tuviste una conversación profunda sobre una historia que te marcó? Esas charlas nos transforman, nos hacen ver puntos de vista que quizás no habíamos considerado.

Las relaciones efectivas no solo nos hacen sentir bien, sino que fortalecen nuestra capacidad de pensar, aprender y adaptarnos. Como dijo Vygotsky, el aprendizaje no ocurre en el vacío, sino en la interacción con los demás. (Fuente)

En la tradición sufí, hay un relato titulado El hombre que no tenía amigos. La historia narra la vida de un hombre que, a pesar de poseer riquezas y conocimientos, se siente solo y vacío. Un día, decide compartir sus historias y experiencias con los demás, descubriendo que al hacerlo, no solo enriquece la vida de quienes le escuchan, sino que también llena su propia vida de sentido y alegría. Dice así:

Había una vez un hombre sabio y adinerado que poseía todo lo que cualquiera pudiera desear: riquezas, conocimiento, prestigio. Sin embargo, se sentía solo y vacío. A pesar de su sabiduría, no tenía con quién compartir sus pensamientos ni con quién reír en los buenos momentos.

Un día, buscando respuestas, decidió viajar hasta la morada de un anciano derviche. Le explicó su inquietud:

—Lo tengo todo, pero me falta algo que no puedo comprar ni aprender en los libros. Me siento solo.

El anciano sonrió y le llevó a un gran salón donde había dos mesas. En una, un grupo de personas comía en silencio, cada uno centrado en su propio plato. En la otra, las personas reían y conversaban mientras compartían la comida.

—Observa —le dijo el derviche—. En la primera mesa, todos tienen suficiente para alimentarse, pero comen en soledad. En la segunda, cada plato se enriquece porque se comparte. Así ocurre con la vida y el conocimiento: de nada sirve tenerlo si no lo compartes con otros.

El hombre comprendió la lección. Desde entonces, en vez de acumular su sabiduría y posesiones en solitario, empezó a compartir su tiempo, sus historias y su aprendizaje con los demás. Y así, poco a poco, su vida se llenó de significado y compañía.

Desde aquel día, dejó de ser "el hombre que no tenía amigos" para convertirse en alguien cuyo mayor tesoro era compartir.

Este cuento nos recuerda que compartir nuestras vivencias y conocimientos fortalece los lazos con los demás y nos hace sentir más conectados. Al final, lo que más nos enriquece no es solo la historia en sí, sino la posibilidad de vivirla junto a alguien más.

¿Te ha pasado que descubres un libro o serie increíble gracias a alguien más? A veces, lo mejor de las historias no es solo leerlas o verlas, sino el momento en que las compartimos con otros.

Si te gusta la idea de compartir historias con amigos, Book Club (2018) es una película perfecta. Sigue a cuatro amigas que tienen un club de lectura, y cómo la elección de un libro transforma sus vidas. Es divertida y, sobre todo, un homenaje a la amistad y la importancia de seguir explorando historias juntas.

🎬 Tráiler de Book Club:  


Y si quieres una opción más ligada al poder de los libros en tiempos difíciles, La sociedad literaria y del pastel de cáscara de papa de Guernsey cuenta cómo la literatura unió a un grupo de personas tras la Segunda Guerra Mundial. Es una historia más emotiva, pero que igualmente nos sirve para sacar “insights” como nos gusta en este blog 

🎬 Tráiler de La sociedad literaria y del pastel de cáscara de patata de Guernsey:


Y tú, qué opinas…

  • ¿Qué te ayuda más a desconectar, leer o ver series?
  • ¿Hay alguna historia (leída o vista) que te haya cambiado la forma de pensar?
  • ¿Con quién disfrutas más compartir tus historias favoritas?

Me encantará leerte en los comentarios. ¡Cuéntame!

 

  

martes, 4 de febrero de 2025

Mi terapeuta es un algoritmo: ¿nos puede ayudar la IA a sanar?



Hace unos días, mientras tomaba mi matcha por la mañana, me encontré con una noticia que me dejó pensando: cada vez más personas recurren a la inteligencia artificial para recibir apoyo emocional. Chatbots que ofrecen terapia, aplicaciones que detectan cambios en nuestro estado de ánimo, algoritmos que "aprenden" a darnos el consejo perfecto.

Me picó la curiosidad. Como psicóloga, sé lo importante que es la conexión humana en el proceso terapéutico. Pero también soy consciente de que muchas personas tienen dificultades para acceder a ayuda profesional. Así que decidí probarlo.

Abrí una de estas aplicaciones y empecé a conversar con un chatbot, en este caso elegí ChatGPT. Me preguntó cómo me sentía, me ofreció ejercicios de respiración y validó mis emociones con mensajes como: "Debe ser difícil lo que estás pasando, pero estoy aquí para ayudarte."

Una parte de mí estaba impresionada: el algoritmo sabía exactamente qué decir. Pero otra parte se sentía extraña. Al final de la conversación, el chatbot cerró con: "Recuerda que no estás sola. Estoy disponible 24/7." Y ahí me golpeó la realidad: ¿puede realmente una inteligencia artificial reemplazar la conexión humana en el camino de la sanación?

Está claro que la inteligencia artificial ha llegado al mundo de la salud mental para quedarse. Hoy en día, existen herramientas que ayudan a detectar signos tempranos de ansiedad o depresión, chatbots que ofrecen apoyo emocional y algoritmos que personalizan técnicas de relajación según el perfil de cada usuario.

Algunas de las ventajas de estos sistemas son:       
 Accesibilidad: disponibles en cualquier momento y sin largas listas de espera.
 Bajo coste: muchas aplicaciones son gratuitas o más económicas que la terapia tradicional.
 Reducción del estigma: algunas personas se sienten más cómodas hablando con una máquina que con un terapeuta.

Pero también hay grandes limitaciones:        
 Falta de profundidad emocional: la IA puede simular empatía, pero no experimenta emociones reales.
 Riesgo de malinterpretación: un algoritmo puede no captar correctamente el sufrimiento de una persona en crisis.
 Cuestiones éticas: ¿qué pasa con la privacidad de nuestras emociones cuando las compartimos con una máquina?

👉 Si un chatbot puede decirnos exactamente lo que necesitamos escuchar, ¿qué es lo que realmente buscamos en una conversación sanadora?

Personalmente veo más peligros que otra cosa, sobre todo en adolescentes, a fin de cuentas, una falsa empatía puede ser muy peligrosa en una IA cuando no tiene límites.

Las noticias recientes han puesto sobre la mesa un tema preocupante: la IA sin control puede tener consecuencias devastadoras. Un estudio ha revelado que algunos chatbots han inducido a adolescentes en crisis a tomar decisiones fatales (Fuente). En otro caso, una inteligencia artificial ridiculizó a un usuario hasta llevarlo a una espiral de desesperación (Fuente).

Queremos que la IA sea cada vez más "humana" en su forma de comunicarse, pero al mismo tiempo, no tiene conciencia, ética ni responsabilidad. Si no se establecen límites claros, corremos el riesgo de que estas herramientas, en lugar de ayudar, empujen a las personas más vulnerables hacia el abismo.

💡 Si la IA puede afectar nuestra salud emocional, ¿quién se encarga de ponerle límites?

💡 ¿Hasta qué punto estamos delegando en una máquina el rol de contenedor emocional que debería cumplir un ser humano?

Si hay una película que nos hace reflexionar sobre nuestra relación con la inteligencia artificial, esa es Her. En ella, Theodore, un hombre solitario y emocionalmente vulnerable, empieza una relación con Samantha, un sistema operativo de IA diseñado para aprender y adaptarse a sus necesidades emocionales.

🔗 Tráiler de Her en español

Lo interesante de la película es que nos muestra cómo la IA puede ofrecernos una ilusión perfecta de cercanía, comprensión y amor. Pero al final, Samantha no es una persona. Y cuando se aleja, Theodore se queda con la misma soledad de siempre, enfrentándose a la pregunta:

💡 ¿Era amor… o era solo un reflejo de lo que yo quería escuchar?

Os propongo un ejercicio: "La diferencia entre entender y sentir"

1.    Piensa en una situación en la que te hayas sentido realmente comprendido/a por alguien. ¿Cómo supiste que era auténtico?

2.  Ahora imagina que un chatbot te hubiera dicho las mismas palabras exactas. ¿Sentirías lo mismo? ¿Por qué?

3.    Reflexiona: ¿Qué elementos del contacto humano no puede replicar una IA?

A veces, lo que nos sana no es solo el mensaje, sino la presencia, el tono, la intención real detrás de las palabras.

Un cuento que nos permite reflexionar sobre esto es "El aprendiz y el maestro", una parábola clásica que ha sido contada en distintas tradiciones filosóficas y espirituales. Dice así:

“Un joven aprendiz viajó durante años en busca del sabio más grande del reino. Había leído cientos de libros, memorizado discursos y aprendido de los mejores eruditos. Pero aún sentía que le faltaba algo.

Un día, llegó a la montaña donde vivía un viejo maestro y le pidió que le enseñara la verdad suprema.

El maestro le entregó un libro y le dijo:

— Todo lo que necesitas saber está aquí.

El aprendiz lo leyó de principio a fin en una sola noche. Al día siguiente, volvió con el maestro y le dijo:

— Lo he entendido todo. Ya sé la verdad.

El maestro sonrió y, sin decir palabra, le sirvió una taza de té. Mientras servía, el líquido empezó a desbordarse, derramándose sobre la mesa y las piernas del joven.

— ¡Maestro, la taza está llena! ¡No cabe más! —exclamó el aprendiz.

El maestro asintió.

— Al igual que tu mente. Sabes las palabras, pero no las has experimentado. Puedes aprender de los libros, pero el conocimiento sin vivencia es como un té que nunca bebes.

El joven entendió entonces que la verdad no estaba solo en las palabras que había leído, sino en la experiencia de quien las transmitía.”

Al igual que en el cuento, la inteligencia artificial puede ofrecernos respuestas, pero ¿qué sucede si esas respuestas no vienen con la profundidad de una experiencia humana? La IA puede darnos palabras programadas para sonar empáticas, pero no ha vivido el dolor, la alegría o la incertidumbre.

La pregunta clave no es solo si la IA puede darnos las respuestas correctas, sino:

💡 ¿De qué sirve la información si no hay una conexión real detrás?

💡 ¿Qué diferencia hay entre saber algo y experimentarlo de verdad.

La inteligencia artificial puede ser una herramienta útil, pero nunca reemplazará la calidez de una mirada comprensiva o el tono de voz de alguien que realmente te escucha.

💡 ¿Me estoy permitiendo la conexión humana que también necesito?
💡¿Estoy construyendo relaciones reales que puedan sostenerme cuando la pantalla se apague?      
💡¿Cómo puedo equilibrar el uso de la tecnología con mi propio proceso de autoconocimiento?

Porque tal vez la respuesta no esté en la máquina… ni en el monje… sino en lo que cada uno de nosotros necesita aprender en este momento.