Luna, lunita, bombón, trufita, culogordo, gordita, pelón, paticas, ratita, pelón, peluche, bolita, trasto, trufi, chiquitina, pelusón, gordi, bonita, bolita, monino, ewok, …. por todos estos nombres y seguro que por alguno más que ahora no caigo, llamo, he llamado y seguiré llamando a mi bombón peludo, a mi compañera más inseparable y a un miembro importante de mi familia.
Esta mañana he visto “Siempre a tu lado (Hachiko)”, película de Richard Gere que reconozco que tenía pendiente hacía tiempo y que me habían hablado muy bien por el valor sentimental que tiene y porque es una historia real.
Bueno, creo que hacía tiempo que no lloraba tanto en una película. Desde luego, si os gustan los animales y encima se tiene un corazón sensiblero…. coged un paquete de clínex o una caja directamente porque es una de las películas que tocan el alma.
La historia es simple: un profesor se “encuentra” un cachorro en la estación de tren un día como otro cualquiera que vuelve de viaje. A pesar de que él no quería quedarse con él, pensando también en que alguien lo estará buscando, se cogen tanto cariño y como parece que nadie lo busca, lo adoptan. Lamentablemente, a los pocos años, el profesor muere y la historia continua… Hachiko (que es así como se llama el perro), va todos los días a la estación a esperar a su dueño como solía hacer… confiando en que un día regrese. Le espera hasta su muerte, 10 años después. La historia es tierna, conmovedora y te muestra cómo la lealtad de un animal es superior a cualquier otra cosa.
Cuando tienes un animal, esto lo sabes, lo sientes cada día y sinceramente aunque es una responsabilidad, no lo cambiaría por nada.
Soy consciente de que por ley de vida mi perra no durará para siempre. Este año cumplió 11 años. Yo le he hecho prometer que no se puede morir hasta que no desarrollen bien lo de la clonación, pero soy consciente de que esta conversación está sólo en mi mente.
No sé lo que durará. No sé lo que nos quedará por vivir. Sólo sé que cada día que me despierto y veo sus ojitos dándome los “buenos días” se escapa una sonrisa de mis labios y el día comienza mejor. Que cuando llego a casa me cuenta su día con mil y un sonidos y ruidicos. Que le encanta comer manzana, jamón serrano y atún. Que sus palabras mágicas son “calle”, “premio” y “jamón”. Que le encanta sentarse, tumbarse, dormir… entre los dos. Que cuando es su hora
de jugar te trae un juguete y se pone como loca para que se lo tires y pueda perseguirlo. Que cuando estás triste o te encuentras mal, ella lo sabe y se tumba a tu lado poniendo su cabecita sobre tu pierna o tu brazo. Que le gusta el césped a rabiar y cuando ve una explanada verde es feliz saltando como un conejico. Que no le gusta la lluvia, ni mojarse…. odia cuando le pongo y le quito el chubasquero; es capaz de no salir a la calle si llueve mucho. Que le gusta estar donde estés y que toda la familia esté junta. No le gusta mi maleta. Le pierde comer, es capaz de gruñirte y darte besicos al mismo tiempo cuando hablamos de comida. No le gusta que los niñ@s corran y armen jaleo (les ladra para que se callen), aunque también le gusta jugar al “pilla-pilla”. Es una “mascachapas” cuando quiere y una “cobardica” cuando se asusta. Puede estar durmiendo un día entero. Adora que la llevemos a dar una vuelta con nosotros. Le encanta subir al coche y sacar la cabeza por la ventanilla; le entusiasma sentir la velocidad del viento. No soporta que la peine y le encanta que la toques (salvo las paticas). Cuando vamos solas en el coche … si yo canto, ella canta. Le chiflan los aplausos, ella ladra para unirse y además son su refuerzo positivo, le encanta que la felicites cuando algo hace bien y que le aplaudas. Si hace algo mal, te lo dice y se autocastiga, aunque a veces se rebota. Le encanta saludar y que le digan cosas…
Llegó a mi vida en forma de regalo y ojalá llegue un día a ser la persona que ella cree que soy.
Soy consciente de que es un perro, pero su alma es más pura y me me ha enseñado más cosas que muchas personas.
Espero que dure muchos años más…. pero… hoy he visto esa película y he querido regalarle este recuerdo. Más bien, autoregalarme este recuerdo.
No hay nada más valioso que estar agradecid@ por todo lo que tenemos. Yo me considero muy afortunada.
Para terminar me gustaría acabar con un cuento. Se llama “Las puertas del cielo” y es de Paulo Coelho. Dice así:
Un hombre, su caballo y su perro iban por una carretera. Cuando pasaban cerca de un árbol enorme cayó un rayo y los tres murieron fulminados. Pero el hombre no se dio cuenta de que ya había abandonado este mundo, y prosiguió su camino con sus dos animales (a veces los muertos andan un cierto tiempo antes de ser conscientes de su nueva condición…).
La carretera era muy larga y colina arriba. El sol era muy intenso, y ellos estaban sudados y sedientos. En una curva del camino vieron un magnífico portal de mármol, que conducía a una plaza pavimentada con adoquines de oro. El caminante se dirigió al hombre que custodiaba la entrada y entabló, con él, el siguiente diálogo:
- “Buenos días.”
– “Buenos días”, respondió el guardián.
– “¿Cómo se llama este lugar tan bonito?”
– “Esto es el Cielo.”
– “¡Qué bien que hayamos llegado al Cielo, porque estamos sedientos!”
– “Usted puede entrar y beber tanta agua como quiera. Y el guardián señaló la fuente.”
– “Pero mi caballo y mi perro también tienen sed…”
– “Lo siento mucho”, dijo el guardián, “pero aquí no se permite la entrada a los animales.”
El hombre se levantó con gran disgusto, puesto que tenía muchísima sed, pero no pensaba beber solo. Dio las gracias al guardián y siguió adelante.
Después de caminar un buen rato cuesta arriba, ya exhaustos los tres, llegaron a otro sitio, cuya entrada estaba marcada por una puerta vieja que daba a un camino de tierra rodeado de árboles. A la sombra de uno de los árboles había un hombre echado, con la cabeza cubierta por un sombrero. Posiblemente dormía.
- “Buenos días”, dijo el caminante.
El hombre respondió con un gesto de la cabeza.
- “Tenemos mucha sed, mi caballo, mi perro y yo.”
– “Hay una fuente entre aquellas rocas”, dijo el hombre, indicando el lugar. “Podéis beber tanta agua como queráis.”
El hombre, el caballo y el perro fueron a la fuente y calmaron su sed. El caminante volvió atrás para dar las gracias al hombre.
– “Podéis volver siempre que queráis”, le respondió éste.
– “A propósito ¿cómo se llama este lugar?”, preguntó el hombre.
– “El Cielo.”
– “¿El Cielo? ¡Pero si el guardián del portal de mármol me ha dicho que aquello era el Cielo!”
– “Aquello no era el Cielo. Era el Infierno”, contestó el guardián.
El caminante quedó perplejo.
- “¡Deberíais prohibir que utilicen vuestro nombre! ¡Esta información falsa debe provocar grandes confusiones!”, advirtió el caminante.
- “¡De ninguna manera!”, increpó el hombre. “En realidad, nos hacen un gran favor, porque allí se quedan todos los que son capaces de abandonar a sus mejores amigos.”
Sin más… os deseo unos felices recuerdos :)