Ayer ya avanzaba en Twitter esta idea. Me
gustaría comenzar este Lunes con buen talante y no sólo con buenos
propósitos sino con acciones que transmitan optimismo, buen rollo y
compromisos de acción.
Lo que quería proponeros está inspirado en el siguiente cuento de Pedro Pablo Sacristán que se titula como dice el Post: “Cadena de sonrisas”
La señorita Elisa aquel día había propuesto un nuevo
reto a sus alumnos: la alegría, y lo había hecho en plan desafío de
récord. Les había nombrado “recaudadores” de alegría, para ver qué se
les ocurría con tal de provocar la alegría de los que les rodeaban. Y
aunque todos hicieron cosas realmente encantadoras, aquella vez Carla
Simpatías dejó a todos con la boca abierta. Algunos días después del encargo de la señorita Elisa, Carla apareció cargando un gran saco. - Aquí traigo toda la alegría que he recaudado en estos días -dijo sonriente. Todos estaban expectantes, pero la niña no quiso mostrar el
contenido del saco. En vez de eso, sacó una pequeña caja, tomó una
cámara de fotos instantánea, y le entregó la caja a la maestra. - Ábrala, señorita Elisa. La profesora abrió la caja despacio y miró en su interior, y una
gran sonrisa se dibujó en su rostro; en ese momento, Carla le hizo una
fotografía. Luego le entregó la foto y un papel. La maestra leyó el papel en silencio, y cuando terminó, señaló con gesto de sorpresa el gran saco. - Así que eso es… – ¡Sí! -interrumpió la niña, deshaciendo el nudo que cerraba el saco- ¡un gran montón de sonrisas! Y del saco cayeron cientos de fotos, todas ellas de variadas y bellas sonrisas. El resto de la clase lo dedicaron a explicar cómo a Carla se le
había ocurrido iniciar una cadena para alegrar un poquito a las
personas: en la caja sólo había una foto con una gran sonrisa, y todos,
al abrirla, sentían la alegría que transmitía y respondían a su vez con
una sonrisa, casi sin querer. Carla les sacaba una foto con su propia
sonrisa, y les entregaba un papelito donde les pedía que hicieran lo
mismo con otras personas, y le enviaran una copia de las fotografías a
la dirección de su casa. Y durante aquellos días y meses, el buzón de Carla no dejó de
llenarse de las fotos de las sonrisas de tanta gente agradecida,
ayudando a todos a comprender que el simple hecho de sonreir ya es un
regalo para todo el mundo.
Pues lo que os propongo es eso simplemente, en este caso en lugar de en un sobre colgar fotos en Pinterest, yo comienzo con la mía.
¿Ahora te animas??
Vamos a sumar sonrisas!!!
Por favor, para poderlas sumar todas al subir la foto en Pinterest, poner #cadenadesonrisas
En comunicación, habilidades interpersonales, desarrollo personal, trabajo en equipo, liderazgo,... hablamos de mejorar nuestras habilidades de comunicación, entendiendo estas como saber expresarnos, escuchar, elegir el momento, adaptarnos a la otra persona,... y por supuesto la comunicación no verbal (gestos y tonos de voz) es algo importante en todo esto (según Albert Mehrabian impacta hasta un 93%).
La cuestión es que en ocasiones, cuando leemos un libro de Comunicación No Verbal (CNV) y nos ponemos a analizar los gestos,... podemos perder la perspectiva. Por ejemplo, el gesto de "cruzar los brazos" se interpreta como elemento bloqueador de la comunicación, como bloqueo y/o falta de recepción o de interés al interlocutor.
Bien, yo quiero lanzaros la siguiente pregunta (algo que suelo preguntar en aula): ¿cuando estamos mucho tiempo en un sitio (me da igual de pie o sentados), ¿qué hacemos con los brazos? los cruzamos, ¿no? porque nos molestan, los "guardamos" de la única manera que podamos, ya que no son de "quita y pon", lo mismo que nos pasa con las piernas. Hay una gran diferencia entre "brazos cruzados" y "brazos cruzados".
La clave está en el rostro, en la tensión muscular, en el momento en el que se cruzan los brazos y la energía empleada.... no es el gesto en sí mismo (se suele decir que la emoción se refleja en el rostro y la intensidad con el resto del cuerpo). Los niños son transparentes en CNV.
¿Eso quiere decir que no nos ha de servir conocer la CNV? No, significa que el conocer la CNV nos permite conocernos mejor, identificaremos los gestos que utilizamos y cómo varían en función de las personas y/o las situaciones, así como entonces, localizaremos aquellos gestos que nos ayudan y cuáles nos bloquean.
El autoconocimiento es lo que nos permitirá ir evolucionando poco a poco. Pensar que si adoptamos una postura y/o nos comportamos de forma muy diferente a nosotros/as mismos/as, los demás lo decodifican como "superficial", "falsedad", "engaño",... y lógicamente eso no creo que nos interese ¿verdad?
Y es que no hace falta saber de CNV ni de gestos para detectar que alguien está siendo sincero/a ... seguro que más de uno/a de nosotros/as ha tenido ese "feeling" con alguien y no hemos podido decir si es que ha cruzado los brazos, se ha tocado la nariz 3 veces o se ha tapado la boca mientras hablaba. Es nuestra intuición lo que lo decodifica, y nos dice que hay una incongruencia entre lo dicho y el cómo lo ha dicho.... y ante esa situación manda la CNV. Por tanto ese "feeling" de incongruencia generará desconfianza.
Ajustémosnos a la realidad y seamos nosotros/as mismos /as...
En el siguiente vídeo de la épica serie de "Los Serrano" seguro que los vemos mucho más claro...
¿Expresamos nuestras emociones? ¿Somos hombres y/o mujeres de hielo?... En mayor o menor medida la cultura de nuestro entorno, de nuestra sociedad nos ha acostumbrado, o mejor dicho, "domesticado" a contener la expresión de las emociones; y eso ¿quiere decir que no sintamos?, ¿que no queramos? ¿que no nos enfademos, apasionemos, o temamos?
Por supuesto que no, y seguramente, cada uno de nosotros encontraremos diferente forma de expresar estas emociones; la cuestión, o lo más importante es que lo hagamos (es decir, expresar la emoción a ser posible de una forma adaptativa ¡claro! sin "pagarlo" con otros).
Ahora bien, seguro que muchos de nosotros/as conocemos a alguien (incluso podemos ser nosotros/as mismos/as), que por costumbre tienda a contener, a no mostrar su forma de pensar, de sentir,... posiblemente refugiándose en el trabajo, en el estrés, en el día a día y en la necesidad de la rutina...
Al final, aunque nosotros/as no queramos, nuestro cuerpo, nuestra mente, llega un día que dice ¡BASTA! y entonces la forma de estallar puede ser impredecible.
Pues bien, en este libro se nos muestra el camino del caballero que está atrapado por su armadura. Igual que nosotros/as cuando nos contenemos a nivel emocional y nos refugiamos por un escudo de mayor o menor grosor que puede ser similar a la armadura de nuestro caballero protagonista.
El camino que recorre nuestro caballero atraviesa el sendero de la verdad, que es la única manera de llegar al autoconocimiento.
A lo largo de este sendero, tiene que atravesar 3 castillos:
El castillo del silencio, fundamental si queremos escuchar nuestra voz interior.
El castillo del conocimiento, ya que lo primero que debemos conocer es que no podemos conocer todo.
El castillo de la voluntad y la osadía. No hay nada más enriquecedor que salir de nuestra burbuja de confort y enfrentarnos a nuestros miedos y nuestras dudas.
A mí personalmente me gustó, creo que es un libro de lectura rápida pero profunda al mismo tiempo y que seguro que cada uno de nosotros es capaz de sacarle más de una interpretación. ¿Nos animamos a quitarnos la armadura y a sentir?
Creo que no hace falta ser africano para darse cuenta de la verdad que
encierra este proverbio.
Aunque igual los
mosquitos de por allí son más “cansinos” de los de aquí, y por eso, la
comparación.
Cuántas veces nos
hemos sentido “algo pequeñito”,
cuántas veces nosotros mismos nos hemos hecho de menos, nos hemos minimizado a
la hora de surgir un problema.
Cuántas veces no
nos hemos atrevido a levantar la mano (en clase cuando éramos mozos; o en el
trabajo ahora que somos más talluditos) por miedo al qué dirán o al qué
pensarán de mí mis compañeros y/o superiores.
Pues bien, ya va
siendohora de que nos pongamos en
plan mosquito africano y empecemos a hacernos notar en la “habitación”. Todos
tenemos algo que decir, todos tenemos algo que aportar, todos tenemos derecho a
poder expresar nuestras ideas.
Y por este motivo
nos gustaría compartir un cuento (que parece ser una historia real, pero no lo
sabemos con certeza) en el cual podemos sacar varias lecturas.
La historia se
titula: Yo puedo hacer la diferencia, y dice así:
Su nombre era Mrs. Thompson. Mientras estuvo al frente de su
clase de 5º grado, el primer día de clase lo iniciaba diciendo a los niños una
mentira. Como la mayor parte de los profesores, ella miraba a sus alumnos y les
decía que a todos los quería por igual. Pero eso no era posible, porque ahí en
la primera fila, desparramado sobre su asiento, estaba un niño llamado Teddy
Stoddard.
Mrs. Thompson había observado a Teddy desde el año anterior y
había notado que el no jugaba muy bien con otros niños, su ropa estaba muy
descuidada y constantemente necesitaba darse un buen baño. Teddy comenzaba a
ser un tanto desagradable.
En la escuela donde Mrs. Thompson enseñaba, le era requerido
revisar el historial de cada niño, ella dejó el expediente de Teddy para el
final. Cuando ella revisó su expediente, se llevó una gran sorpresa.
La Profesora de primer grado escribió: "Teddy es un niño
muy brillante con una sonrisa sin igual. Hace su trabajo de una manera limpia y
tiene muy buenos modales ... es un placer tenerlo cerca".
Su profesora de segundo grado escribió: "Teddy es un
excelente estudiante, se lleva muy bien con sus compañeros, pero se nota
preocupado porque su madre tiene una enfermedad incurable y el ambiente en su
casa debe ser muy difícil".
La profesora de tercer grado escribió: "Su madre ha
muerto, ha sido muy duro para él. El trata de hacer su mejor esfuerzo, pero su
padre no muestra mucho interés y el ambiente en su casa le afectará pronto si
no se toman ciertas medidas".
Su profesora de cuarto grado escribió: "Teddy se
encuentra atrasado con respecto a sus compañeros y no muestra mucho interés en
la escuela. No tiene muchos amigos y en ocasiones duerme en clase".
Ahora Mrs. Thompson se había dado cuenta del problema y
estaba apenada con ella misma. Ella comenzó a sentirse peor cuando sus alumnos
le llevaron sus regalos de Navidad, envueltos con preciosos moños y papel
brillante, excepto Teddy. Su regalo estaba mal envuelto con un papel
amarillento que el había tomado de una bolsa de papel.
Algunos niños comenzaron a reir cuando ella encontró un viejo
brazalete y un frasco de perfume con sólo un cuarto de su contenido. Ella
detuvo las burlas de los niños al exclamar lo precioso que era el brazalete
mientras se colocaba un poco del perfume en su muñeca. Teddy Stoddard se quedo
ese día al final de la clase el tiempo suficiente para decir: "Mrs.
Thompson, el día de hoy usted huele como solía oler mi mamá".
Desde ese día, ella dejó de enseñarles a los niños
aritmética, a leer y a escribir. En lugar de eso, comenzó a educar a los niños.
Mrs. Thompson puso atención especial en Teddy. Conforme comenzó a trabajar con
él, su cerebro comenzó a revivir. Mientras más lo apoyaba, el respondía más rápido.
Para el final del ciclo escolar, Teddy se había convertido en uno de los niños
más aplicados de la clase.
Un año después, ella encontró una nota debajo de su puerta,
era de Teddy, diciéndole que ella había sido la mejor maestra que había tenido
en toda su vida.
Catorce años después recibió otra nota. En esta ocasión le
explicaba que después de que concluyó su carrera, decidió viajar un poco. La
carta le explicaba que ella seguía siendo la mejor maestra que había tenido y
su favorita, pero ahora su nombre se había alargado un poco, la carta estaba
firmada por Dr. Theodore F. Stoddard.
La historia no termina aquí, existe una carta más que leer,
Teddy ahora decía que había conocido a una chica con la cual iba a casarse.
Explicaba que su padre había muerto hacía un par de años y le preguntaba a Mrs.
Thompson si le gustaría ocupar en su boda el lugar que usualmente es reservado
para la madre del novio, por supuesto Mrs. Thompson aceptó. Ella llegó usando
el viejo brazalete y se aseguró de usar el perfume que Teddy recordaba que usó
su madre la última Navidad que pasaron juntos. Se dieron un gran abrazo y el
Dr. Stoddard le susurró al oído, "Gracias Mrs. Thompson por creer en mi.
Muchas gracias por hacerme sentir importante y mostrarme que yo puedo hacer la
diferencia".
Mrs. Thompson tomó aire y dijo, "Teddy, te equivocas, tu
fuiste el que me enseñó a mi que yo puedo hacer la diferencia. No sabía cómo
educar hasta que te conocí".
La cuestión es
quitarnos los límites, ser capaces de ver y escuchar a nuestro entorno y ser
capaces de encontrar dónde podemos marcar la diferencia, porque está claro que
todos a nuestro nivel podemos marcarla, la cuestión está en convencernos de que
podemos hacerlo, quizás tan sólo con una sonrisa.
¿Y si decidimos ser
mosquitos convencidos de que podemos conseguir cosas? ¿Y si decidimos ser
héroes?
Según Benjamin Franklin, "La felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de
suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que
ocurren todos los días"; y estoy plenamente de acuerdo con él. La felicidad es la suma de los momentos felices que además somos capaces de identificar y sacarles el máximo partido.
La pena es que esto en lugar de hacerlo con las cosas/ momentos positivos lo solemos hacer más a menudo con los momentos más negativos del día, con lo que finalmente acabamos nuestra jornada con un sentimiento negativo o de infelicidad que hace que no esperemos nada positivo del día siguiente.
La felicidad está a nuestro alrededor, en cada momento, dentro de nosotros... y de nosotros depende no sólo encontrarla para sentirnos mejor, sino además ser capaces de compartirla y que sea algo contagioso. Hace un año, salía un estudio donde decía que los españoles éramos felices... demostrémoslo.
Un paso importante es la sonrisa... para ello os invito a "entrenar" a sonreir; a veces no es fácil... lo cual no significa que no podamos hacerlo.
Importante: La postura, ésta nos da confianza, facilita la respiración y el ritmo cardíaco, así que poneros frente a un espejo, postura recta, miraros a los ojos y hacer 3 respiraciones profundas (es posible que empecemos con cierta "risilla nerviosa" sintiéndonos algo ridículos ... esa risilla es un gran comienzo :))
Siguiente paso: sonrié, haz muecas, juega con tu rostro (los músculos del rostro es bueno que los ejercitemos de vez en cuando...) y mira cuántas sonrisas distintas eres capaz de hacer .... de menor a mayor amplitud. Quédate con la que más te guste ... o las que más... pueden ser varias.
El siguiente nivel sería acompañar a esas sonrisas de un lenguaje positivo (normalmente tendemos a hacer lo contrario y a "autocastigarnos" con mensajes negativos que nos estancan o nos hacen ir hacia atrás), algunos ejemplos: Puedo hacerlo, SÍ, Genial!, Fantástico, Voy a ...., Me gusta!, etc... lo que primero se nos venga a la cabeza. Sin filtros. Sólo mensajes positivos. Si nos viene algún mensaje negativo nos miraremos a los ojos frente al espejo, diremos un alto "NO" y transformaremos ese mensaje el lo contrario, dándole el sentido positivo.
Cargados de energía... ¿Qué os parece si salimos a la calle a compartirla?
Asimismo, me gustaría compartir (como ya es costumbre en este blog) dos cosas: lo primero un cuento, es de Pedro Pablo Sacristán y se titula "El caballero y el mundo"... Creo que podemos sacar un par de ideas fuerza..., ya me diréis. Dice así:
"Había
una vez un heroico caballero, de los que triunfan en cuentos de todas las
lenguas y lugares. Su valentía era tan grande, y su espada tan temida, que
cansado de buscar dragones, ogros y monstruos de cuento en cuento, decidió abandonar
los cuentos y venir a probar su valentía y su destreza al mundo real. Pero
cuando llegó aquí, no encontró temibles criaturas, ni malvados brujos, ni
siquiera una pobre madrastra a la que atemorizar con su espada. Y era muy raro,
porque lo único que vio fue gente preocupadísima, con la misma cara de susto de
todos aquellos que alguna vez había salvado de un dragón o un ogro. Sin
embargo, no parecía haber nadie que les atemorizara o les obligara a vivir con
aquella angustia: todos iban de un lado a otro, con prisa y sin hablar con
nadie, como si algo terrible fuera a ocurrir. Pero al acabar el día, nada malo
había ocurrido. Y así un día, y otro, y otro.
El caballero pensó que aquella podría ser su aventura más heroica, y resolvió
dedicarse por completo a encontrar el misterio de la angustia del mundo real.
Buscó, preguntó, indagó, navegó y trepó, pero no encontró nada. Dispuesto a no
rendirse, regresó a su mundo de cuentos para hablar con el gran sabio.
- Dime, gran sabio ¿cuál es el gran enemigo invisible que atemoriza a las
gentes del mundo real? Aún no he podido encontrarlo, pero no descansaré hasta
vencerle y liberarlos a todos, como hice con tantas ciudades.
El gran sabio calló durante largo rato, y finalmente dijo:
- No tienes fuerza ni coraje suficientes para vencer esta batalla. El enemigo
no existe, pero es poderoso, y tan numeroso como las estrellas del cielo
- ¡cómo! - protestó el caballero - ¿es eso posible?
- En el mundo real, como no había dragones ni ogros, se inventaron los
enemigos, y ahora los llevan dentro. Cada uno tiene un enemigo hecho a su
medida, y está dentro de su corazón. Para unos se llama codicia, para otros
envidia, para otros egoísmo, pesimismo o desesperanza. Han sembrado su interior
de malos sentimientos, llevándolos consigo a todas partes, y no es nada fácil
arrancarlos de allí.
- Yo lo haré -repuso el caballero- yo los libraré.
Y el caballero regresó al mundo, llevando consigo todas sus armas. Y uno tras
otro, se fue ofreciendo a cuantos encontraba para liberarles de su mal
interior. Pero nadie le hizo caso, sólo encontró indiferencia y caras de
extrañeza. Finalmente, agotado y confundido, arrojó sus armas al suelo y se
dirigió hacia una piedra del camino para descansar. Pero al hacerlo, tropezó
con la espada y fue a parar al suelo, dándose de cabeza contra un pollo que
cacareaba por allí. Al verlo, un hombrecillo triste que pasaba por aquel lugar,
comenzó a reir a carcajadas, tanto que casi no podía mantenerse en pie. El
caballero se enojó, pero al mirar al hombrecillo, observó en sus ojos el brillo
alegre que no había encontrado en el mundo real...
Y así fue como el caballero encontró por fin la solución al mal de los
habitantes del mundo; sólo necesitaban una sonrisa, una pequeña ayuda para
desterrar sus malos sentimientos y disfrutar de la vida.... Y desde aquel día,
el caballero, armado con una gran sonrisa, se dedicó a formar un ejército de
libertadores, un numeroso grupo de gente capaz de recordar a cualquiera la
alegría de vivir. Y vaya si ganó la batalla, tan brillantemete como siempre
había hecho."
Y la segunda... un vídeo, es un anuncio de Cocacola,
Me parece brillante... a mí personalmente me ha emocionado y creo que hay ejemplos a nuestro alrededor que pueden servir de inspiración también.
Por ejemplo, el otro día en Facebook, mi amiga Mónica puso el siguiente mensaje en su muro, al que efectivamente, me sumé:
Copio a Carlos y me sumo a su iniciativa. Y tú, ¿quieres una sorpresa mía? "Cadena de Favores... ahí va:
Las primeras cinco personas SÓLO a las primeras cinco personas que
comenten sobre este status recibirán, de mi parte y sin advertencia
previa (en algún momento de éste año), una sorpresa.Tal vez se trate de un libro, os invito un cafe, o alguna otra sorpresa divertida.
Las condiciones son que esas cinco personas ofrezcan lo mismo en su
status de FB. Hagamos de este 2013 el año en que hacemos algo bueno por
los demás, por el simple hecho de hacer a alguien sonreír o sentirse
especial, ya que tal como están las cosas, todos lo necesitamos. Animaos!! :)"
A veces veo mensajes de estado en Facebook de iniciativas diferentes que creo que no llevan a la acción, que es posible que hagan reflexionar durante 2 segundos (puede que algún minuto más) pero se quedan ahí... ¿porqué no pasar al siguiente nivel? La reflexión sin acción, para mí es igual al estancamiento.
Otro año más, otro mes de Diciembre seguido de ese mes de Enero que hace que nos sintamos algo torpes cuando al escribir la fecha en los días siguientes nuestro subconsciente parece que no quiere avanzar... No es 2012, es 2013, y tampoco nos vamos a poner como Ángel Nieto en plan supersticiosos y escribir a diario 12+1, ¿o sí?
El caso es que además de ese reto (aprendernos la cifra y aceptar que un año más ha pasado), el hecho de que pasemos de año nos provoca marcarnos nuevos retos... ó no... porque en ocasiones nos damos cuenta de que siguen siendo los mismos año tras año... nosotros podemos hacernos más mayores pero alguno de nuestros propósitos no madura a la misma velocidad.
Os propongo que para este año os marqueis algún propósito nuevo, algo que realmente os motive, algo que os resulte retador y estimulante, sin perder de vista la realidad... (pero sin pasarnos).
Gracias Psicóloga Emocional he descubierto este vídeo que creo que nos viene "al pelo" a muchos de nosotros/as, y es que cuando nos viene a la cabeza el propósito de "ser felices" se nos hace un mundo, pensamos que es algo irrealista y que no es alcanzable. Sin embargo, lo que tenemos que plantearnos es descubrir qué es lo que nos hace felices, cuáles son esos pequeños detalles que hacen que salgamos con una sonrisa a la calle y/o que la mantengamos todo el día como niños/as.
Ayer fuí a ver "El Hobbit" y hay una frase que Gandalf le dice a Galadriel para justificar que Bilbo es el adecuado para la aventura, y es la siguiente:
—Mithrandir, ¿por qué el mediano?
—No lo sé. Saruman opina que sólo un gran poder puede contener el
mal, pero eso no es lo que yo he aprendido. He aprendido que son los
detalles cotidianos, los gestos de la gente corriente los que mantienen
al mal a raya, los actos sencillos de amor. ¿Por qué Bilbo Bolsón? Tal
vez porque tengo miedo y él me infunde coraje.
Todos nosotros tenemos a nuestro alrededor pequeños detalles, gente corriente, incluso nosotros mismos que sirven para infundir coraje, alentar a conseguir nuestros retos y porqué no ... ser felices.
Creo que en alguna ocasión he compartido en el blog una de mis frases favoritas de Kung Fu Panda:
"El pasado es historia, el futuro una incógnita y el presente un regalo, por eso se llama presente".
Yo me pongo como objetivo ser feliz, fijarme en los pequeños detalles y disfrutar del día a día... porque el mañana... no sé que pasará mañana y he decidido no ser Scarlett O'Hara. He dicho.
El mañana ya veremos que será... como cantaba Doris Day en "El hombre que sabía demasiado"...
Que Sera, Sera,
Whatever will be, will be
The future's not ours, to see
Que Sera, Sera
What will be, will be.