miércoles, 27 de junio de 2012

La importancia de demostrar que es importante

¿Cuántas veces nos habrá pasado que queremos decirle algo a alguien, que para nosotros es importante y no obtenemos el resultado que esperábamos? 
¿Cuántas de estas veces hemos "echado la culpa" a nuestro interlocutor?
¿Cuántas de ellas hemos pensado que "claro, como para él/ella no era importante..."?

¿Nos hemos preguntado a nosotr@s mism@s qué es lo que hemos hecho nosotr@s?
¿Hemos tratado de analizar nuestra forma de expresarnos y/ o de decir las cosas como si estuviéramos observando a través de un espejo?

Y es que normalmente achacamos a los demás la responsabilidad del impacto de nuestro mensaje, pensando en la falta de interés, en las afinidades personales, en la relatividad de la importancia de lo que queremos decir...

No nos damos cuenta de que nuestra actitud (positiva) es conditio sine qua non para garantizar el resultado esperado. 

Si yo ante una situación que es importante para mí, lo primero que me viene a la cabeza es: "le va a dar igual", "no sé para que se lo voy a contar", "no voy a lograr nada"... efectivamente esta actitud que se genera es la que estoy provocando, porque sin duda, esta actitud está condicionando un resultado negativo, a lo que seguramente acabaré reforzándome a mi mism@ pensando: "¿ves?" "ya sabía yo..." "si es que no sé para qué lo intento..."

Ahora tratemos de pensar en esa conversación que leyendo estas líneas nos viene a la cabeza (si, si... esa en la que nos vemos identificados por nuestra actitud negativa...) e intentemos analizar esa situación como si estuviéramos viendo esa misma escena en la televisión. Fijaos atentamente en vuestro personaje; ¿realmente está haciendo todo lo posible por transmitir lo importante/ lo que significa para él/ella? ¿está poniendo "toda la carne en el asador"?
¿Actuaríamos diferente si pensáramos que a nuestro interlocutor le importa lo que le queremos contar? o bien, si éste interlocutor nos cae bien y nos interesa muchísimo su opinión....

A la hora de hablar con alguien o de relacionarnos nos influye mucho nuestro estado de ánimo, la actitud que nos genere esa situación y/o incluso la sensación / emoción que nos produzca la/s persona/s que tengamos en frente. Por tanto, analicemos la situación, seamos honestos con nosotr@s mism@s y visualicemos cómo nos queremos comportar y qué desearíamos lograr para tener éxito.

Actuemos como nos gustaría y no nos resignemos; Hoy mismo en twitter he puesto una frase vía @cruzcoaching que me encanta: "Nadie ha dicho que sea fácil conseguir tus objetivos. Lo fácil es no hacer nada y quejarte de que todo sigue igual."

Es más fácil responsabilizar al resto del mundo de mis fracasos que hacerme responsable de mis logros. Lo primero sugiere resignación, lo segundo requiere esfuerzo y constancia.

¿Y vosotr@s qué opináis? ¿os lo habéis planteado alguna vez de esta manera?

2 comentarios:

  1. Pocas cosas más terribles que esa inquebrantable fidelidad a nuestros propios errores que somos capaces de exhibir. Ese "es que yo soy así y al que no le guste..." Patético.
    A mí me ha costado lo mío salir de ahí y ahora es uno de los aprendizajes de los que estoy más contento: El fallo en nuestros objetivos de comunicación tiene mucho menos que ver con las "resistencias" de nuestro interlocutor que con nuestra incapacidad de explorar, de forma flexible, distintas estrategias.
    Cordiales saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Totalmente de acuerdo Pepe, la fortuna es que en el momento en que nos damos cuenta, aunque nos cueste esfuerzo, tratamos de ir un poco más allá y nos damos la oportunidad de conocer de verdad a mi interlocutor.
      ¿eso quiere decir que no cometamos errores? por supuesto que no, pero sí que evitamos errores mucho más graves como ser fuente generadora de conflictos por malos entendidos.
      Muchas gracias Pepe por comentar y compartir :)

      Eliminar